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LA PARÁBOLA DEL SEMBRADOR

MATEO 13 - LA PARÁBOLA DEL SEMBRADOR

Nuestro Señor Jesús, tan sabio como siempre, nos habla en forma de parábolas. ¿Por qué? Pues, justamente hoy hablaremos de la parábola del sembrador y entenderemos porque muchos de sus mensajes están de esta forma.


MATEO 13 - LA PARÁBOLA DEL SEMBRADOR

Forma que a mi parecer es la mejor para adentrarnos en el crecimiento eterno, el espiritual. 

Siempre nos preguntamos por qué nos sucede esto o aquello, también sentimos que no entendemos lo que está pasando. Todo tiene su razón, así que tranquilo que el tiempo de Dios es Perfecto.

Tan perfecto, que nos ha dejado este hermoso mensaje el cual abarcaremos en todo el artículo.

Comencemos…

Reflexión de la parábola del sembrador

Cuántas veces en la vida hemos visto personas que se quedan en el camino. Incluso, nosotros mismos nos hemos quedado en algún momento.

Nos estancamos y dejamos de crecer en cada uno de los aspectos de la vida. El profesional lo descuidamos, el personal lo deterioramos y el espiritual simplemente lo olvidamos.

Sin embargo, sin importar en qué punto te encuentras, siempre es importante poner a Dios por sobre todas las cosas.

La parábola del sembrador nos enseña los 4 tipos de personas que habitan en la tierra. Sin importar clase social, sexo o raza. Cada uno de nosotros nos encontramos en esta clasificación hecha por Cristo nuestro Señor.

Comencemos por la primera:

1.    “Junto al camino”

Muchas son las personas que andan sin rumbo aparente. Desconocen o saben muy poco de la palabra de Dios y esto hace que se desvanezcan en el camino.

Así como las aves se comieron las semillas que cayeron al camino. El mal que nos asecha, la envidia, la lujuria y el placer nos consumen. Haciendo honor a quién no se debe y dejando a un lado las enseñanzas del Señor.

Estas personas, no llegan a ningún lado y están destinadas a la miseria espiritual y el destierro de la casa del Señor. El paraíso.

2.    “En los pedregales”

Cuántas veces no nos apresuramos por salir sin estar listos para afrontar la batalla espiritual que nos espera.

Pensamos que sabemos mucho, e incluso hay quienes piensan que se saben todas, cuando realmente no es así. Esas pocas bases no son suficiente para la guerra espiritual. Guerra que sin la armadurade dios nadie vencerá.

Aun así, siendo necios salimos y todo el mal que asecha nos atrapa y nos hunde. 

Alejándonos de la felicidad eterna y haciéndonos victimas de nuestra propia ignorancia.

Este mal tiene muchos nombres como: droga, mentira, malos pensamientos, deseo del mal, entre muchas más. Cada persona es un campo de batalla totalmente distinto. Y satanás no durará ni un segundo en acabarte con tus más profundos deseos oscuros.

3.    “Entre los espinos”

Muchos de nuestros hermanos quedan atrapados entre los espinos. Espinos que pudiéramos llamar falsas amistades, malas juntas, entornos malintencionados, entre muchos otros más.

No importará todas las buenas bases que tengas, tampoco importará lo que dicte tu corazón. Pues, es tanta la maldad que te rodea, que tarde o temprano te ahogarás en ella.

Aquí quiero hacer un paréntesis. No importa en cuál de estos caminos te encuentres. Tu pasado no define quién eres y mucho menos definirá tu futuro.

Dios siempre da oportunidades a quién las busca. Toma acción, cambia y entrégate en cuerpo y alma a Dios. Así nada te faltará.

4.    “Buena tierra”

Pensamos firmemente que la mejor enseñanza viene de la reflexión interna. Pues, es ahí donde nos damos cuenta de quienes somos y a donde queremos llegar.

Por esta razón he decido dejarte una tarea. Quiero que reflexiones y nos dejes en la sección de comentarios qué significa para ti la buena tierra.

La parábola del sembrador


Aquel día salió Jesús de la casa y se sentó junto al mar.
2 Y se le juntó mucha gente; y entrando él en la barca, se sentó, y toda la gente estaba en la playa”.
3 Y les habló muchas cosas por parábolas, diciendo: He aquí, el sembrador salió a sembrar.
4 Y mientras sembraba, parte de la semilla cayó junto al camino; y vinieron las aves y la comieron.
5 Parte cayó en pedregales, donde no había mucha tierra; y brotó pronto, porque no tenía profundidad de tierra;
6 pero salido el sol, se quemó; y porque no tenía raíz, se secó.
7 Y parte cayó entre espinos; y los espinos crecieron, y la ahogaron.
8 Pero parte cayó en buena tierra, y dio fruto, cuál a ciento, cuál a sesenta, y cuál a treinta por uno.
9 El que tiene oídos para oír, oiga.
10 Entonces, acercándose los discípulos, le dijeron: ¿Por qué les hablas por parábolas?
11 El respondiendo, les dijo: Porque a vosotros os es dado saber los misterios del reino de los cielos; mas a ellos no les es dado.
12 Porque a cualquiera que tiene, se le dará, y tendrá más; pero al que no tiene, aun lo que tiene le será quitado.
13 Por eso les hablo por parábolas: porque viendo no ven, y oyendo no oyen, ni entienden.
14 De manera que se cumple en ellos la profecía de Isaías, que dijo:
    De oído oiréis, y no entenderéis;
    Y viendo veréis, y no percibiréis.
15 Porque el corazón de este pueblo se ha engrosado,
Y con los oídos oyen pesadamente,
Y han cerrado sus ojos;
Para que no vean con los ojos,
Y oigan con los oídos,
Y con el corazón entiendan,
Y se conviertan,
Y yo los sane.
16 Pero bienaventurados vuestros ojos, porque ven; y vuestros oídos, porque oyen.
17 Porque de cierto os digo, que muchos profetas y justos desearon ver lo que veis, y no lo vieron; y oír lo que oís, y no lo oyeron.
18 Oíd, pues, vosotros la parábola del sembrador:
19 Cuando alguno oye la palabra del reino y no la entiende, viene el malo, y arrebata lo que fue sembrado en su corazón. Este es el que fue sembrado junto al camino.
20 Y el que fue sembrado en pedregales, éste es el que oye la palabra, y al momento la recibe con gozo;
21 pero no tiene raíz en sí, sino que es de corta duración, pues al venir la aflicción o la persecución por causa de la palabra, luego tropieza.
22 El que fue sembrado entre espinos, éste es el que oye la palabra, pero el afán de este siglo y el engaño de las riquezas ahogan la palabra, y se hace infructuosa.
23 Mas el que fue sembrado en buena tierra, éste es el que oye y entiende la palabra, y da fruto; y produce a ciento, a sesenta, y a treinta por uno.

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